sábado, 16 de octubre de 2010

Uvas

Uvas grandes, redondas, firmes, brillantes, todavía mojadas. Uvas pensó, uvas acarició, uvas deseó, tomó uvas entre sus dedos y las puso en sus labios. Uvas girando al impulso de su lengua, uvas rodando dentro de su boca, uvas mojadas, uvas dulces. Se inclinó ligeramente hacia a delante y con una mano tiró de su falda hacia arriba, no llevaba bragas ¿Para qué iba a llevarlas? Bajó su otra mano, se notaba cliente y húmeda, uvas frotando sus labios, uvas frotando su sexo, uvas recorriendo sus labios, uvas saladas. Volvió a llevarlas a su boca, empapadas, sabrosas, las quería dentro, uvas sobre su sexo uvas dentro de su cuerpo, cerró las piernas, agitó suavemente sus caderas.

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Fresas, era lo que necesitaba, allí estaban, fresón maduro, como su sexo, fresón firme, alcanzó el fresón y lo paseó sobre su labios hasta lubricarlo, después jugó con él sobre su botoncito para luego entrarlo en su cuerpo acompañado de un suave gemido. Uno, dos, tres, repitió la operación con parsimoniosa lentitud recreándose cada vez más en el exterior para introducírselos ya totalmente empapados.

Dio unos pasos cortos, un tacón delante de otro, las piernas juntas, sintiendo dentro de si las formas claras pero suaves de la fruta batiéndose, agitándose, hasta colocarse delante de los espejos, dando cara al de cuerpo entero y mostrando el culo a un pequeño espejo, como de zapatería, en el suelo tras de ella.

Subió su falda del todo y con la otra mano cogió un higo, lo acercó a su entrepierna y empezó a frotarlo sobre su sexo empapado, estaba cada vez mas excita, notaba como se rasgaba la piel y las semillas del higo quedaban atrapadas en los pliegues de su sexo.

Dejó el higo, se introdujo dos dedos en su propio sexo y empezó a jugar con ellos mientras se observaba en el espejo del suelo, notaba como su sexo crecía y se calentaba. Se entretuvo allí, sintiendo como su placer aumentaba hasta que sacó los dedos y me los ofreció, los lamí, los introduje en mi boca limpiando el batido de fruta, quería más.

Come, dijo ella mientras me arrodillaba tras ella que se inclinaba hacia delante apoyándose con una mano contra el espejo. Y comí, separando sus labios con mi boca, su carne con mis dedos mientras degustaba su batido de fruta con ansia, con hambre, con vicio, comí toda la fruta su interior.

Come! Sigue! Dijo ella y yo me giré entre sus piernas para ocuparme de su pequeña uva, botón mágico de su placer, ahora a un ritmo dolorosamente lento y continuo, agarrado a sus caderas. Lento, continuo, implacable, acompañado de su mano en mi cabeza hasta que se corrió en mi boca.

Tiró de mi hacia arriba, me miró y me dijo “vete”.

Salía de la pequeña frutería a la fría mañana de otoño cuando a través de la persiana a medio bajar oí su voz particularmente ronca, “abro todos los días a esta hora”.

“Justo cuando paso yo”, contesté sin volverme mientras el viento de octubre se llevaba de mi barba el olor a uva.

¿Y vosotras? ¿Cómo coméis uva?

10 comentarios:

Fiebre dijo...

Esta entrada me pide una respuesta gamberra.
Como el preguntar si no has tenido en cuenta los nefastos efectos de los fumigadores agrícolas en la delicada piel femenina.

O quizá decirte que acabas de solucionar el problema de las madres primerizas sobre cómo preparar los purés de frutas de la merienda (esto dudaba en escribirlo, pero las poquitas lectoras de este blog saben de mi sentido del humor y mi último afán es ofender).

Y ahora me pongo al lío.
La cosa está bien. Y compruebo que en tu tierra hay mucha querencia hacia las frutas por varios blogs que leo, así que supongo que sabrás como caldear el ambiente entre tus seguidoras.
Pero... (y si me equivoco que me reprendan tus niñas seguidoras)hay un momento en la vida en que una mujer se siente libre:
Cuando se QUITA los tacones.

Así que no se me ocurre nada más lascivo que suspirar comiéndome una fresa con sabor a sexo (mío o del contrincante), descalza por la casa y frente al espejo, pero despojándome de todos los "fetiches" que los hombres nos atribuís.

Claro que yo soy soltera...Lo mismo si estuviera con el mismo mucho tiempo, claudicaba con mi aversión a los accidentes y me vestía de enfermera.

Los levantamientos de ceja tienen caminos insondables...

Merce dijo...

A mí es que las uvas me dan nauseas, no lo puedo remediar...

Lo primero que se me ocurrió leyendo tu post es que verás como a la frutera le agarre en el útero una semillita; cualquier día amanece pariendo fresones...

:P

Babilonio dijo...

Fiebre, gamberrea cuanto quieras, este es un blog libre, ya has visto que la frutera lo hace....y aunque parece bizarra no la creo tan incosciente como para no traer la fruta libre de fumigadores, sea para comerla de cualquier forma o por cualquier sitio.
Si, los caminos del levantamiento de ceja son insondables, quítate los tacones si te place, estas en tu casa...por otro lado esta es una fantasía mia y en mis fantasias no interfieren incomodidades ni miedos.
Besos

Babilonio dijo...

Merce, entiendo que te dan nauseas al comerlas....
Peores cosas que una uva se han encontrado en los servicios de urgencias....
Besos

Fiebre dijo...

Acabas de cavar tu tumba.
Me siento autorizada a gamberrear sin medida.

Ten en cuenta que las fantasías son de ´cadaguan´, así que me sentiré libre de replicarte con las mías.

Sigo diciendo: ¡Tacones no! ¿Quién dijo miedo?
Simplemente en mi fantasía andaría como la Virgen del Rocío...dando bamboleos.

Descalza estoy más sexy para mis contrincantes imaginarios.

Besosconsaboragranadamaduraconunsobresacarinaporloalto.

Eria.. dijo...

Gula o lujuría?
No importa, son mis pecados favoritos.

Alís dijo...

Pues a mí leyéndote me entraron ganas de comer fruta, así que fui a buscarla. Y sólo había una. Me la comí, claro.
Mejor ya ni digo cuál era.

Un beso

Babilonio dijo...

Fiebre, cierto, cada uno tiene sus fantasias y esta es la mia.
Una mujer descalza es menos erótica que una con tacones.
Besos


Por cierto las fantasias son para disfrutarlas, haciendolas realidad o no, pero no para replicar nada jajaja

¿Sacarinaporloalto?

Babilonio dijo...

Eria, ¿solo dos?

Babilonio dijo...

Alís, me alegro, espero que te gustase, fuera cual fuera.